miércoles, 23 de mayo de 2012

La Pícara Justina de López de Úbeda


La obra está dividida en cuatro libros, intitulados: “La Pícara montañesa”, “La Pícara romera”, “La Pícara pleitista”, y “La Pícara novia”. El primero de los libros relata el nacimiento, origen, educación y crianza de la protagonista. Justina cuenta su nacimiento desde el primer momento, y así refiere al lector la sensación de frío que siente al salir del vientre de su madre. El autor describe los antepasados del padre de la protagonista: su abuelo era un vendedor de barquillos y jugador, asesinado en Barcelona; un bisabuelo que ejercía el oficio de tiritero murió loco, quizás por una enfermedad sexual; el padre de su bisabuelo era una gitano, ladrón de bolsas que murió chamuscado por el sol (¿quemado por la Inquisición?); de los otros “abuelos de parte de padre, no sé otra cosa más de que eran un poco más allá del monte Tabor, y uno se llamó Taborda”. De los antepasados de su madre sólo sabemos que eran judíos que no quisieron salir de España “por amor que tomaron a la tierra y las muestras que dieron de christianos, y con qué gracia respondían al cura a cuanto les preguntaba”. Sus padres son mesoneros con un final tan degradante como el de algunos de sus antepasados: el padre, Diego Díez, es asesinado por un hidalgo, que soborna a la familia para que no lo denuncien. El episodio adquiere un carácter grotesco cuando el perro devora parte de su cadáver pensando que: “éste está muy muerto y mis amas muy vivas; yo muerto de hambre y ellas de boda. Así que, ¿sin mí hacen la boda?, pues yo haré la mía sin ellos.» Y, pardiez, dióle de tajo y destajóle el cuerpo y cara”. La muerte de su madre también se produce de una manera grotesca, pues siendo conversa muere atragantada por una longaniza y es enterrada boca abajo.
El segundo libro, el de la Pícara romera, se abre con una declaración en la que la protagonista afirma que su gran afición es divertirse, bailar e ir de romería en romería. El primer episodio episodio refiere el galanteo a que es sometida por un tocinero morisco, Juan Pancorvo, a quien en un estilo propio de los bufones describe con rasgos animalizantes: «Unos ojos tristes y medio vueltos, que parecían de besugo cocido; una cara labrada de manchas, como labor de caldera; un pescuezo de toro; un cuello de escarola esparragada». Se narra después la presencia de Justina en una romería donde es raptada por unos estudiantes disfrazados de religiosos. El jefe de la banda, obispo de la Picaranzona, y uno de sus acompañantes intentan violarla, pero ella los emborracha y los lleva a su pueblo. Después se marcha a León, «entre las ciudades, reina», pero que es descrita como fea y de clima riguroso. El monumento leonés del que más se burla es el convento de San Marcos, del que dice: Mirad, esta iglesia, como está tan junto al río, débenla de lavar a menudo, y ahora, como la han puesto a secar, sécanla por el derecho, que en estando enjuta, volverán la haz hacia dentro, como a ropa seca. En esta ciudad se burla y engaña a varios personajes: un estudiante, un ermitaño ladrón, una mesonera y un bachiller. El libro termina con el encuentro de Justina con un grupo de asturianos, episodio que le sirve a López de Úbeda para burlarse de la pretensión de nobleza de los españoles de su época.
En el tercer libro, el de la Pícara pleitista, los hermanos y hermanas se convierten por envidia en enemigos de la pícara, a la que demandan a la justicia para quedarse con su hacienda; Justina, gracias a su ingenio, consigue salir bien parada de la situación. A continuación, se marcha a Rioseco, nombre que encubre el de Madrid, para pedir justicia al Almirante. Allí se hospeda con una vieja morisca que quiere hacerla heredera de sus artes de bruja. El episodio le sirve a López de Úbeda para tratar el tema de la brujería y arremeter contra los moriscos, a los que acusa de hipocresía en su conversión al cristianismo. Cuando la vieja muere, Justina se hace pasar por nieta suya para poder así quedarse con la herencia, para lo que da una excusa irónica: que si ella muriera con su lengua, mandara aquella hacienda a algún mal morisco, lo cual fuera como quien lleva armas a infieles, y, por tanto, me pareció a mí que era mejor ahorrar destos inconvenientes a España y meter en ella paz bien pagada y mejor merecida. El libro termina con el anuncio de la boda de Justina.
El cuarto libro, el de la Pícara novia, presenta la galería de novios que pretendieron a Justina para casarse con ella. El primero de ellos es Maximino de Umenos que afirma ser Guzmán, Mendoza y vizcaíno, tres símbolos de nobleza. El segundo de ellos es un hidalgo pobre, que llama lavandera a su madre, de apellido Machuca (que en lenguaje de germanías significaba: estudiante tragón y hambriento), disciplinante, al que Justina somete a una burla cruel y que huye perseguido por unos niños. Justina acaba casándose con Lozano, pariente de algo y hijo de algo, y preciábase tanto de serlo, que nunca escupí sin encontrar con su hidalguía. Se trataba de un hidalgo pobre, de origen vizcaíno, con el que la Pícara se casa para ascender socialmente, aunque de nada le sirve pues nadie la respeta por su villanía. El episodio se completa con la declaración del odio natural existente entre los hidalgos y los villanos, a los que se simboliza como dragón y águila respectivamente. El matrimonio fracasa y Justina promete contarnos el resto de sus andanzas en tres libros más, aunque adelanta algunos episodios: se casa con un viejo llamado Santolaja, del que enviuda y vuelve a casarse con Guzmán de Alfarache, con que continúa casada en el momento de escribir sus memorias.

Bibliografía.

  1. Bataillon, Marcel, Pícaros y picaresca. La pícara Justina (Madrid: Taurus, 1982).

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